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7-8 Cuando Jeremías terminó su mensaje, luego que dijo todo cuanto el Señor le había ordenado, los sacerdotes, los falsos profetas y todo el pueblo reunido en el templo se le echaron encima gritando:

―¡Muera! ¡Muera! ¿Qué derecho tienes para decir que el Señor destruirá este templo como hizo con el de Siló? ¿Qué es eso de que Jerusalén será destruida y nadie se salvará?

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